Sin burbuja, al filo de la ruina

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Campaña oficial de los bancos centrales para convencer al mundo de que no atisban burbujas de ningún tipo y que el panorama se muestra despejado, sin crisis ni amenazas de esta a corto, medio y largo plazo. Son palabras que utilizan las autoridades monetarias en estos días de, al parecer, menor zozobra política global. Afirmación que no convencimiento, pues cuando el líder blanco (el rubio) se va de viaje a Japón, habla con los chinos y cruza sonrisas con rusos, es que algo anda masticando para contrarrestar al -según propias palabras- «gordito y bajo» norcoreano.

Es obvio que bancos centrales del capitalismo, gobiernos del planeta todos y el ramillete de potenciados mundiales, en su papel de guardianes de la libertad y del muy libre comercio, están obligados por sus intereses, que no por sus votos ni otros, a desmentir burbujas económicas, crisis financieras, desequilibrios muchos y déficits estatales varios para que la ciudadanía siga el guion, ejecutando su papel, que no es otro más que el asignado por su condición de terrestre.

Y así aseguran que las estructuras mundiales básicas económicas están ahora mejor que en 2007, que los desequilibrios fiscales lo son menos y que las economías desarrolladas ya casi están en ese punto donde es casi perceptible el éxito, la recuperación total, el fin del nivel de déficit prohibido y ahora ya en fase del permitido. Todo lo cual bien parece y mejor recibido es y sin duda ayudará a la moral -la del ánimo- no la otra. Y será más y mejor recibida cuanto mayor sea también la credibilidad otorgada por la ciudadanía.

Claro que, en el caso de España, cuesta y más que costará, creerse lo de ya no hay burbujas de ningún tipo. Porque la deuda es, y sigue siendo, más de tres veces mayor de lo que era al principio de los problemas -hace nueve años- lo que indica que la condena a seguir pagando en las próximas décadas también se confirma. El desempleo tampoco es ya burbuja pues, aunque a menor ritmo, bajan los parados. El problema es ahora que la ciudadanía está sin reservas, sin ahorro, precaria en el empleo, con las baterías de la paciencia agotadas, es decir, casi al mismo nivel que al inicio de la burbuja de 2007. Por eso y por todo, cualquier fallo o error de cálculo nos llevaría a la ruina, donde ya se sabe que no hay burbujas.