La historia de María José A. es la de una mujer que ha pretendido defender la memoria de su madre más allá de la muerte de ésta. Ahora, la justicia le ha dado la razón y la posibilidad de acceder a una herencia de 1.500.000 euros, pero ha optado por quedarse únicamente con lo primero: el honor de su madre y su lección moral a la burguesía vasca. Un honor al margen del dinero y el poder.
María José, nacida de esta relación extramatrimonial en Bilbao, peleó durante años, junto a su abogado Fernando Osuna, para que la justicia reconociese que S.A., un importante empresario del País Vasco, era su padre. Ahora, se ha confirmado que la historia que defendía esta mujer era absolutamente real y que ella nació fruto de las relaciones de este hombre perteneciente a la burguesía vasca con su madre, una sirvienta de la casa, que trabajaba de cocinera y «se quedó embarazada del señor»
La sentencia la reconoce como hija y por lo tanto como heredera. Esta posibilidad es la que hizo que sus hermanos, hijos nacidos del matrimonio S.A. con la descendiente de una importante familia, pleiteasen.
Alcanzando esa condición de hija del fuerte empresario, mediante sentencia judicial, ha decidido que no le importa esa herencia tan grande y le ha dicho a sus «ávaros hermanos» que para ellos ese millón y medio de euros, que no le tiene apego a lo patrimonial, que hagan con el dinero lo que quieran, que no le merece la pena luchar por lo material , que ya ha conseguido una satisfacción moral con la sentencia, que la justicia puso las cosas en su sitio con esa declaración judicial de paternidad, que los valores morales son más importantes que la herencia, que su madre y ella lo que querían era «dignidad».