Cuando era detective privado, buscaba la verdad; ahora que es sacerdote, la lleva a todo el mundo

Ya lo llaman el Padre Brown de Murcia, recordando al cura detective.

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Este domingo ha sidi ordenado sacerdote a los 36 años en Murcia Blas Damián López González, que tiene tras de sí una larga historia de búsqueda de la verdad aunque no siempre encaminada a ser sacerdote. Y es que durante años fue detective privado, profesión donde ganaba mucho dinero pero donde no halló la felicidad que esperaba.

Este domingo, festividad de la Virgen del Carmen, recibirá la ordenación sacerdotal por el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, en la parroquia de San Benito de Murcia.

Desde niño era una persona de fe. Y él lo achaca a sus padres y su familia, a los que debe su “ser cristiano y el descubrimiento de la vocación sacerdotal”. No sólo mostrándole las enseñanzas cristianas sino que “me mostraron con su vida lo que es amar, la alegría y el compromiso que ello comporta”.

Detective para ayudar a los necesitados
Sin embargo, con la adolescencia olvidó todo lo que sus padres le habían ido enseñando. Blas llegó a la universidad y estudió Criminología porque, tal y como recoge la agencia SIC, “buscaba recursos para aliviar las vidas truncadas por la pobreza, la droga y el crimen…”.

Con 23 años dejó su ciudad y se trasladó a vivir a Barcelona para trabajar como detective privado, a la vez que mantenía una relación con una chica.

“Así me encontré con una vida que a los ojos del mundo era perfecta: un gran sueldo, una vida material bien cubierta y una novia genial”. Pero en verdad no era tan perfecto.

La perseverancia de su madre
Su madre, que entonces luchaba contra el cáncer, le solía regalar en ese momento libros de vidas de los santos. Él los devoraba y le iban golpeando interiormente pues “ante el ejemplo de estas vidas quedaba admirado y lleno de buenos deseos”.

Esto mismo le ocurría con la Eucaristía, cuando yendo a misa, de vez en cuando, se sentía interpelado por el sacerdote.

El día que Dios le tocó
“Un día, después de varios años, el Señor por su misericordia me abrió los ojos y me mostró la verdad de mi vida”. Ahí empezó a producirse el cambio en su interior. Empezó a querer llevar una vida coherente como cristiano. Empezó a ir mucho más a la parroquia, a hacer voluntariado y a involucrarse en grupos de jóvenes católicos.

“El trabajo en el que estaba es cierto que es un trabajo en el que sacas la verdad a la luz, pero sacas también lo peor de la gente y además trabajas para los más ricos. Y yo decía: ‘¿quién soy yo para desvelar las miserias de nadie y las miserias de nadie?’”.