El ‘James Bond’ alemán que puede ir a la cárcel por evadir impuestos

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Werner Mauss ha sido uno de los agentes secretos alemanes más destacados y ha realizado varias misiones int ernacionales con organizaciones terroristas y grupos criminales

Los agentes del servicio secreto lo conocían como “Institución M” o “el hombre con nueve dedos”, ya que le falta un dedo en la mano izquierda. Sus vecinos pensaban que se llamaba “Richard Nelson”, pero un empleado de su entidad bancaria lo conocía como “Claus Möllner”. Los altos cargos políticos del Gobierno simplemente lo conocían como “007”.

Durante al menos treinta años, Werner Mauss fue el James Bond real de Alemania: un agente sagaz que se movía en el tenebroso mundillo de las organizaciones criminales y de las agencias de inteligencia, atrapando a narcotraficantes, recuperando objetos robados, negociando con terroristas, cambiando de identidad y volando en su avioneta privada.

hora, tras pasar toda su vida esquivando balas y conduciendo a toda velocidad, este hombre de 77 años está en apuros por un tema mucho más mundano: el fisco.

Este lunes, Mauss ha comparecido ante un juez provincial en Bochum para el alegato final de un juicio en el que se le acusa de haber evadido 14 millones de euros en impuestos mientras se compraba bólidos y caballos pura sangre. Si la Fiscalía se sale con la suya, esta misma semana tendrá que empezar a cumplir una condena de seis años y tres meses de cárcel.

Nacido en la ciudad de Essen en 1940, Mauss descubrió que tenía una habilidad especial para ganarse la confianza de los desconocidos mientras trabajaba como comercial de una empresa de aspiradoras. Cuando era un veinteañero, fundó una agencia de detectives privados con su primera esposa. Primero espiaban a maridos infieles y a personas que intentaban estafar a las compañías de seguros, pero más tarde empezaron a espiar a organizaciones criminales.

Mauss se hacía pasar por un intermediario interesado en comprar coches robados, pieles o joyas y filtraba la información a la policía cuando los delincuentes le contaban los detalles de su próxima operación. Como contó al periodista Stephan Lamby en un documental producido en 1998, su método consistía en “pasear a su presa por distintas estancias psicológicas” para luego plantearle algunos retos intelectuales que le obligaban a proporcionarle más información de la deseada.

De 1970 a 1996, el nombre de Mauss estuvo conectado con prácticamente todos los grandes casos criminales de la Alemania Occidental. Según una biografía escrita por el periodista Stefan Aust, el espía aseguraba que entre junio de 1970 y mayo de 1971, él fue el responsable de la detención de 162 traficantes de diamantes, ladrones o narcos.

En 1976, Mauss detuvo a un miembro de un grupo terrorista de izquierdas, la banda Baader-Meinhof, en un kiosco de Atenas. En 1983, el Gobierno le confió la misión de recuperar 41 barriles de residuos tóxicos que se habían extraviado. El espía los localizó en una granja del norte de Francia.

A finales de la década de los ochenta y en la década de los noventa, este agente secreto hecho a sí mismo empezó a trabajar en misiones internacionales. Negoció con Hezbollah la liberación de unos empresarios secuestrados en Líbano y se desplazó hasta la jungla de América del Sur para conseguir la liberación de un alemán secuestrado por los guerrilleros del ELN.

Durante esta última misión, el Gobierno colombiano descubrió su identidad y las autoridades de Bogotá expresaron su preocupación por el hecho de que el agente secreto negociara un rescate con los secuestradores. Tras pasar nueve meses en la cárcel, quedó libre de todos los cargos en 1998.