El problema es que la ola de descalificaciones que van a llevar a la mayoría de las corporaciones europeas ‘BBB’ por debajo del ‘investment grade’, de no mediar este paso, dejaría a los bancos asfixiados por no tener qué prendar a cambio de dinero. De tal suerte que para evitar situaciones críticas el emisor de Francoforte ha optado por hacer la vista gorda sobre la calificación hasta septiembre de 2021, aunque dice que podría extender el plazo si es necesario. Para entonces deberíamos saber cuántos han quebrado, o concursado. Esta extensión de los plazos de todas formas deja sujetos a los activos a un recorte, el denominado ‘hair cut’, que reduce su valor y por lo tanto determina una menor cuantía disponible contra la deuda descalificada.
La decisión del BCE está vinculada sin dudas a que la demanda de recursos contra su nuevo programa de compra de activos se ha disparado y va camino del billón de euros de forma inminente. La demanda de fondos cerró 2019 en los 600.000 millones y los datos indican que el Rubicón de los 800.000 millones se superó en marzo. Nadie descarta, con las dimensiones de la crisis que nos ronda, que esta demanda supere a la que se vio en 2011 y 2012. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advirtió en febrero sobre la situación de la deuda corporativa, algo que las auditoras no parecen haber visto con claridad en su trabajo sobre los balances de las corporaciones.
El retorno de los bancos centrales a políticas monetarias más expansivas en 2019 determinó que las corporaciones no financieras incrementaran su deuda en bonos en 2,1 billones de dólares. En términos reales eso es el equivalente a la deuda contraída en otro año récord, 2016 y supone un retroceso respecto de cierta reducción del endeudamiento de las corporaciones no financieras que se había registrado en 2018. Si se suma la deuda contraída en 2019 al crecimiento disparatado de la misma registrado desde 2008 se alcanza un stock de 13,5 billones de dólares de deuda corporativa no financiera global, esta es una cifra que no tiene precedentes históricos en la economía global. “Quienes diseñan la política deben tener en cuenta” que las características de la deuda de las corporaciones no financieras ha cambiado, señala la OCDE. Comparado con los ciclos de crédito anteriores el saldo vivo de bonos corporativos en el mercado tienen una calidad crediticia muy inferior, mayores exigencias de pago, periodos de maduración más largos y garantías más débiles, señala el informe de la OCDE.
Estos son los rasgos que pueden acentuar los efectos negativos que una caída de la actividad económica tendría sobre el sector de las empresas no financieras y sobre el conjunto de la economía. “A resultas de esta situación, la dimensión, la calidad y las dinámicas del actual mercado de bonos corporativos se ha convertido en un facto a tomar a considerar en los diferentes escenarios en los que se sostiene la política monetaria”, advertía el organismo multilateral el 17 de febrero. Gracias a un bajo nivel de tipos de interés en las economías desarrolladas la mecánica propia de los estándares aplicados a las empresas para calificar el riesgo han permitido mantener dentro de la categoría ‘BBB’, pese a un fuerte incremento del endeudamiento, a una parte considerable de las empresas.
Esto demuestra que esa calificación no tenía en cuenta la experiencia histórica de los mercados financieros, ni hizo previsión alguna sobre las consecuencias que podía tener una abrupta desaceleración económica. Mientras los reguladores bancarios han tenido en cuenta la posibilidad de situaciones de estrés para las entidades de crédito, los calificadores se han creído que esto es Jauja y las aguas del río del Hades les han privado de la memoria. El 52% de los bonos en el mercado han sido emitidos por empresas calificadas como ‘BBB’. Como esta calificación es el último peldaño del ‘grado de inversión’ lo que sigue es el de bono basura, para entendernos. Es a este fenómeno al que el BCE ha dado respuesta esta semana. No al de la deuda soberana, que no hay nadie que lo resuelva.