“Las firmas deben poder identificar y responder” ante los problemas más rápido, especialmente cuando están causando daño a sus clientes. La FCA continuará en estado de vigilancia de las firmas con sistemas y controles pobres y tomará medidas para impedir esos fallos para asegurar que los clientes estén adecuadamente protegidos”. De acuerdo con el regulador, la política del banco respecto de la testamentaría de los clientes contenía una serie de debilidades que enumera, tales como la disminución de la habilidad para identificar de forma efectiva todos los fondos en su poder que pertenecían al patrimonio de los clientes muertos lo que conducía a un seguimiento defectuoso de las comunicaciones con los representantes de los clientes fallecidos actuación que aumentaba la posibilidad de que los procesos de testamentaría no pudieran cerrarse y a que el seguimiento de los casos de sucesión fuese ineficaz impidiéndole determinar si los casos habían llegado a su conclusión.
Estas debilidades implicaron que los procedimientos sucesorios se pudieran iniciar, pero se estancaran y quedaran inconclusos, lo cual supuso que los fondos no fuesen transferidos a sus legítimos herederos pese a que Santander estuviese informado de que el cliente había muerto, o que “ciertos fondos pertenecientes a los clientes difuntos quedaran sin identificar y sin transferir a los herederos que ignoraban su existencia”.
En algunos casos los fondos fueron retenidos durante muchos años contribuyendo a que los beneficiarios se viesen privados de su uso durante una apreciable cantidad de tiempo. “Por añadidura Santanderino se tomó demasiado tiempo para corregir los problemas con los procesos de testamentaría, una vez que fue consciente de ello, y para iniciar las medidas para remediarlo para transferir los fondos de las cuentas afectadas a sus beneficiarios. Desde 2015 el banco ha adoptado medidas para remediar esta situación y para transferir los fondos de las cuentas afectadas a los beneficiarios. Estas acciones casi se han completado y en los casos en que ha sido posible detectar a los beneficiarios se les han transferido los fondos, “o está en proceso de hacerlo”, señala la FCA. “En los casos que se consideró apropiado el banco pagó intereses sobre los fondos a los beneficiarios para compensarlos por el retraso en la recepción de los fondos, junto con compensaciones por las pérdidas a consecuencia de este retraso”, señala el director ejecutivo de la FCA.
El banco, además de violar los principios 3 y 6, no cumplió con el principio 11 “entre el 26 de noviembre de 2013 (o poco después), y el 1 de mayo de 2015”, en la medida que no comunicó a la FCA los problemas relativos a la sucesión de sus clientes. Santander no comunicó los problemas relativos a la testamentaria de sus clientes a la FCA, ni la notificó acerca de la naturaleza y la extensión de los problemas que enfrentaba, incluido el número de los clientes potencialmente afectados y sus activos, y “fue selectivo en la información que transmitía”. De acuerdo con esto la conducta del Santander “cayó por debajo del estándar de apertura y cooperación que se esperan de una firma autorizada”.
Santander no se opuso a las acusaciones de la FCA y acordó resolver el caso y por lo tanto se ha hecho acreedor de un descuento del 30% sobre la multa. De no ser por este descuento la penalización habría sido de
46.882.500 libras.
Que los bancos no son entidades de bien público es de común conocimiento. Pero a veces el punto al que son capaces de llegar produce sorpresa hasta a los más críticos con el papel de la banca en la sociedad. Y el Santander tiene realmente la capacidad de sorprender por actuaciones que desbordan los márgenes de lo ético. Algunos ejemplos: Santander Holdings USA rompió en 2014 la disciplina de la Reserva Federal saltándose el bloqueo al pago de dividendo de Santander Consumer USA; la increíble alianza de tres ejecutivos del banco, incluyendo a Alfredo Sanz, con el juez Pascual Estevill en Barcelona en 1994 para recuperar créditos de dudoso cobro mediante la extorsión, y ahora el caso de los clientes muertos en el Reino Unido, son una verdadera tríada de la vergüenza.