Hoy hay elecciones en Catalunya. Más de cinco millones y medio de catalanes están llamados a las urnas en los comicios más comprometidos de su historia. Y no sólo por la incertidumbre sobre el resultado y las consecuencias políticas de este, si no por la excepcionalidad en la que la campaña se ha llevado a cabo.
Convocadas por el presidente del Gobierno con las instituciones catalanas intervenidas, el presidente de la Generalitat cesado y fugado en Bruselas y su vicepresident en la cárcel de Estremera, todos ellos enfrentándose a delitos de rebelión y sedición.
No es la primera vez que los catalanes votan su Parlament en un día laborable pero los antecedentes no son menos excepcionales: las primeras elecciones el 20 de marzo de 1980, fueron en jueves; y las convocadas por Pasqual Maragall el 1 de noviembre del 2006, en miércoles, aunque era festivo. Hoy, como en 1980, todo está por decidir y todo es posible.
Mariano Rajoy convocó las elecciones en Catalunya el pasado 27 de octubre haciendo uso de la única competencia que se arrogó a partir de la aplicación del artículo 155 de la Constitución por el cual intervenía las instituciones catalanas y cesaba al Govern. Carles Puigdemont y el resto del Consell Executiu acababan de votar en el Parlament una declaración que instaba a la Generalitat a poner en marcha una república independiente. Los efectos en el ámbito institucional son evidentes y en el económico, indiscutibles.
El choque institucional alcanza el terreno político y judicial. La iniciativa de la Fiscalía acusando al Govern cesado y a la Mesa del Parlament por los delitos de sedición y rebelión recaló en la Audiencia Nacional primero y en el Tribunal Supremo. Hoy, siete candidatos están fuera del país o en prisión, dos de ellos cabezas de lista.
Hoy el protagonista es el pueblo de Catalunya. Mañana veremos la responsabilidad de sus politicos.