Si la emisión de monedas digitales “locales” se limitará a las “reservas” equivale a decir que se limitará la actividad comercial que se haga sobre esta unidad de cuenta a la cantidad física disponible en la cuenta corriente de respaldo, por lo tanto no habrá giro comercial y no podrá responder con elasticidad a la demanda. Esto supone cortar en seco la actividad mercantil a través de la red social cuando la demanda supere a la reserva. Pero más allá de estos conflictos, que se generan al montar un proyecto sobre un modelo que pretendía bancarizar universalmente a las masas sin banco mediante una moneda electrónica, y transformarlo en la emisión de unidades de cuenta locales y una moneda sintética sobre una cesta de las unidades de cuenta locales, con un límite físico que impide el giro comercial, hay otras grandes novedades digitales.
Facebook, perdón la Asociación Libra, renuncia expresamente al sistema distribuido libre de registro de cadena de bloques. Asume que el suyo será un sistema de cadena de bloques autorizado. Es decir que habrá una autoridad que determine quién puede hacer emisión y registro de cadena de bloques. La Asociación dice que considera posible tener un sistema de cadena de bloques regulado por una autoridad que impida la intrusión de terceros con intensiones criminales en el sistema y al mismo tiempo lograr emular un sistema distribuido de cadena de bloques en el cual el registro de la emisión no requiere autorización. Esto es la negación del principio de las criptomonedas sobre una base independiente y aproxima al invento de Facebook a las monedas digitales que tienen en estudio los bancos centrales. De aquí que la Asociación Libra ofrezca la integración en su sistema de las monedas digitales que desarrollen las autoridades monetarias de cada país.
El modelo propuesto en el Libro Blanco de la Asociación Libra sigue ofreciendo formidables retos teóricos a su existencia en el mundo real por las dificultades de implementación de un lado, y porque la adopción de un modelo diferente sobre la marcha para salvar el proyecto anunciado en junio de 2019, sugiere que se ha incorporado al modelo nuevo las objeciones de los reguladores, en especial, señala el Libro Blanco, un documento de trabajo del G7. El grave problema es que la experiencia debería desarrollarse ahora, porque insisten en poner en marcha el proyecto este año, en un mundo convulsionado en el cual no sólo no existe estabilidad monetaria sino que todo parece indicar que habrá en el futuro mayores turbulencias en los mercados de cambios y monetarios. Hay cuestiones en el mundo real de hoy que no son fruslerías. Por ejemplo, mantener una reserva depositada en los bancos centrales, que ofrecen un interés negativo por los depósitos en los países desarrollados, supone anotar pérdidas con cargo a esas reservas a menos que se cargue ese coste a las transacciones de los clientes.
Es cierto que en otros países esa operación está bien remunerada, ejemplo Argentina. Pero quién está dispuesto a asumir el riesgo de hacer depósitos de una reserva allí. Es dudoso que se emitieran monedas locales en divisas de países emergentes en las presentes condiciones. Y la realidad es que si se operara en ellos con la LBR basada en la cesta de otras LBR locales, la criptomoneda de forma automática tendría un valor de activo de reserva frente a la moneda local en periodos como el presente. Habrá que seguir detenidamente el proceso de autorización de la FINMA, para la cual Libra ha depurado de todo posible obstáculo a su proyecto. Pero quien sabe, a lo mejor la autoridad de los mercados financieros de Suiza encuentra fallos de diseño que le impidan autorizarla.