INCREDULIDAD VS REALIDAD

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Resulta cuanto menos sorprendente, como en la actualidad se mantienen posturas tan enfrentadas en cuestiones relevantes, tangibles y cuando menos sustanciales en el mundo empresarial en continuo cambio.

Por un lado, nos encontramos con quienes mantienen modelos de negocios basados en estructuras o filosofía donde todo vale mientras el negocio funcione y por otra vertiente, quienes se quieren alejar de modelos con bases poco sólidas y expuestos a numerosos riesgos.

Ambas culturas empresariales coexisten y se están interrelacionando por necesidad, pero lejos de encontrar figuras intermedias, intentan obviar el modelo del otro fingiendo encontrarse en el mismo canal.

Siendo el resultado, una mezcolanza incoherente, generadora de incertidumbre, vacía de sentido y con una proyección cortoplacista, convirtiéndose los actores en malabaristas de un teatro donde la improvisación reina. Situándonos en un escenario complejo, convulso y poco estable.

De  igual forma que durante muchos años hemos soportado negacionistas del cambio climático, que no han dudado poner en cuestión o ridiculizar el trabajo científico, profesional,  basado en datos empíricos, motivados y hasta la saciedad manifestados; nos encontramos con el mismo reflejo en el mundo empresarial (ambos espejos de la sociedad), donde hay quienes siguen resistiéndose y oponiéndose a concebir la necesidad de un cambio en los modelos de negocio y a obviar la necesidad de gestionar los riesgos a los que están expuestos.

Sin embargo, dejando de lado las consideraciones, la realidad nos muestra todos los días quienes están acertando en sus posturas y quienes siguen tapándose los ojos , ante una verdad tangible, observable, medible y cuanto menos llamativa.

Razón por la que cuando uno se dedica a la gestión y análisis de riesgos,  buscar la optimización de los recursos,  investigar modelos sostenibles que propicien la continuidad de los negocios, resulte necesario plasmar y exponer de manera precisa, sin maquillaje, pero con tacto, el diagnóstico con el que uno se encuentra en las empresas, corporaciones o instituciones, que muchas veces no es el más agradable.

En frente, haciendo un símil con el mundo sanitario, nos encontramos con pacientes de todo tipo y reacciones muy diversas, pero independiente de todo, el diagnóstico y la enfermedad no varía, solo cambia la forma de poderla afrontar.

Hay quienes del shock se quedan paralizados, otros que se lo toman con humor, algunos niegan la mayor, también nos encontramos quienes buscan un segundo diagnóstico que se acerque a lo que ellos quieren escuchar, hay quienes lo ven importante pero no es momento porque hay cuestiones que tienen más prioridad, otros que opinan que si nadie cumplen para qué van a hacerlo ellos y por último,  quienes escuchan atentamente, meditan, agradecen y buscan soluciones que minimicen el daño o que curen la enfermedad totalmente si es posible.

De igual forma en el lado del médico o especialista (siguiendo con el símil), nos encontramos con  los que venden pócimas mágicas, quienes sin profundizar dan un diagnóstico vacío, quienes carecen de conocimientos, otros con intereses meramente mercantilistas y espurios, oportunistas… pero también profesionales que saben hacer su trabajo y que entienden que además de ser una cuestión de profesionalidad es también moral y ética.

Por lo tanto, uno puede acercarse a lo que más crea convenirle, pues posibilidades haberlas haylas como las meigas.

Pero la realidad nos pone a todos en nuestro sitio y no podemos al final negar  la mayor cuando se materializan (ciberataques, casos de corrupción, competencia desleal, incumplimientos normativos, accidentes, negligencias, sentencias con resultados muy desagradables, sanciones económicas millonarias, cierres de negocios, daños en la imagen de la empresa, problemas reputacionales, falta de confianza por el mercado, quiebras, juicios y procesos interminables, embargos de bienes personales y patrimoniales… un sinfín de situaciones ).

Entonces ya es tarde y uno solo puede poner parches si le valen, o agarrarse a fantasías que le mantengan nuevamente apartado de la realidad que tantas veces negó.

Habrá de nuevo quien se acuerde de no haber prestado atención a la advertencia, quien recurra a culpar al de la pócima o al que le salió barato, habrá quien reparta responsabilidades e inculpe a los que participaron en la fiesta mientras duró, o quien reflexione, asuma y acepte su error con todas sus consecuencias.

Ahora yo me pregunto ¿Es verdaderamente necesario llegar a todo esto? ¿Merece la pena subir a lo más alto de una montaña sin haber previsto los riesgos que debía asumir si no lo hacía preparado? ¿Tiene precio vivir en una continua incertidumbre, por no asumir unos costes que en realidad son una inversión? Sinceramente no lo creo, no por dedicarme a proteger a mis clientes o por responsabilidad social, sino fruto de la experiencia y haber visto tantas veces el precio que se paga por asumir determinados riesgos.

A fecha de hoy, no he visto o conocido a nadie, que le haya merecido la pena las ganancias que obtuvieron, a cambio del sufrimiento o consecuencias que han padecido por escoger ese camino.  De contrario, si he visto y celebrado con quien adoptó o tomó decisiones importantes e hizo frente al riesgo, como se ha vanagloriado y alegrado de las decisiones que adoptó.

Concluyendo mi exposición,  al hilo con lo anterior, en base a la realidad y el momento que vivimos considero y creo necesario: cumplir las normas (adoptar políticas de compliance),  evitar y minimizar los riesgos,  rodearse de profesionales que velen de verdad por una gestión responsable,  alejarse de vendedores de humo y pócimas milagrosas, adoptar políticas preventivas y dejar las correctivas  para cuando fallen las primeras,  crecer de manera sostenida,  ser consciente de la realidad y adaptarse a los nuevos cambios,  hacer autocrítica y buscar puntos de mejora continua, detenerse y evaluar los riesgos a los que uno se enfrenta cada vez que se adopte una decisión y por último si veo necesario al menos,  cuestionarse y plantearse que cada acción tiene siempre su consecuencia.

Ahora si has terminado de leer el texto, detente, silencia y luego piensa ¿Dónde te quieres situar?

Para terminar me quedo con esta frase de Confucio “Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil “.

En ningún caso por lo que yo haya intentado exponer, sino por lo que tú te estás diciendo por dentro, pasándolo por el filtro de tu mente e interpretando en base a tus creencias y posiciones.

Pero siempre viene bien acallar el ruido para ver con nitidez el fondo de las cosas. Al final lo que no se interioriza, se diluye como el humo, de ahí que la concienciación y el trabajo continuo sea el único camino para asimilar los conceptos.